Entre Folclorización y Vitrificación: ¿Qué Retos y Perspectivas para el Turismo Comunitario?
28 Abr 2025

Entre Folclorización y Vitrificación: ¿Qué Retos y Perspectivas para el Turismo Comunitario?.

El turismo comunitario y de comercio justo está actualmente en el centro de muchos interrogantes. ¿Puede ser realmente una palanca de emancipación cultural y social, o corre el riesgo de congelar las identidades locales en una puesta en escena artificial? Durante la sesión del 25 de febrero de 2025 del grupo de trabajo «Comercio Justo y Turismo Comunitario» de la Organización Internacional del Turismo Social, expertos y profesionales del sector intercambiaron sobre estas cuestiones esenciales.

 

El grupo tuvo el placer de recibir a dos invitados con experiencias complementarias:

  • Bernard Schéou, profesor de la Universidad de Perpiñán, que arrojó luz académica sobre la relación entre el turismo cultural y la cultura local en Bali, a través del fascinante trabajo realizado durante más de 20 años por el investigador francés Michel Picard sobre esta cuestión.
  • Denis Blanc, de Alternative Urbaine en Burdeos, que presentó las acciones de su asociación, que apuesta por un turismo más inclusivo a través de paseos urbanos fuera de los caminos trillados y, sobre todo, alejados de ideas preconcebidas, y un innovador programa de integración que incluye la mediación cultural y la formación de la población local como «exploradores urbanos».

Otros miembros del grupo también compartieron sus experiencias y análisis.

Comprender los Retos de la Folclorización y la Vitrificación

Dos conceptos clave emergieron del debate: folclorización y vitrificación. La folclorización se refiere a un proceso por el cual las culturas locales se simplifican, fijan o escenifican para satisfacer las expectativas de los turistas, a riesgo de traicionar su significado más profundo y alterar su transmisión. La vitrificación, por su parte, se refiere a la museificación de territorios y culturas, congelándolos en un pasado idealizado, a veces en detrimento de los cambios y aspiraciones de los propios habitantes.

Los trabajos de los investigadores Georges Cazes y Alain Girard han puesto de relieve esta dinámica. En los años setenta, Cazes señaló que las representaciones de las culturas locales en los catálogos de viajes franceses respondían a la nostalgia occidental, reduciendo estas culturas a elementos pintorescos y congelados. Quince años más tarde, Girard analizó el énfasis puesto en las escenas tradicionales de la vida en los folletos de los operadores turísticos, contribuyendo al mito de la autenticidad y encerrando a la gente en una imagen fija de su cultura.

El Caso de Bali: Un Ejemplo Clásico

El antropólogo Michel Picard ha estudiado el impacto del turismo en Bali, donde el gobierno indonesio introdujo una política de «turismo cultural» en los años setenta. El objetivo de este enfoque era promover la cultura local preservando su autenticidad. Con el tiempo, sin embargo, la cultura balinesa se ha adaptado a las expectativas de los visitantes, dando forma a una «cultura turística» en la que los elementos más atractivos ocupaban un lugar privilegiado.

Este caso ilustra una cuestión crucial: ¿el desarrollo del patrimonio para el turismo conduce inevitablemente a su comercialización? En Bali, este proceso ha transformado la percepción que la población local tiene de su propia cultura, hasta el punto de que lo que se considera «auténtico» responde ahora a las expectativas de los turistas.

¿Folclorización Elegida o Impuesta?

Durante la mesa redonda se estableció un paralelismo con otras experiencias, en particular la de la península de Yucatán (México). En esta región, los programas de turismo comunitario apoyados por donantes internacionales han contribuido a forjar una «marca maya» que influye en la identidad cultural de las poblaciones locales. A diferencia del caso balinés, esta intervención externa ha tenido efectos positivos: las comunidades se han apropiado progresivamente de esta identidad y se han hecho más autónomas.

Estos ejemplos plantean la cuestión del papel de la población local en la construcción de su propia imagen turística. Cuando la población local participa en la definición de su oferta turística, el riesgo de folclorización puede mitigarse. En cambio, si la imagen se impone desde fuera, puede convertirse en una pesada carga.

¿Puede el turismo comunitario ser un baluarte contra la folclorización?

Varias iniciativas demuestran que otro modelo es posible. En Burdeos, la asociación Alternative Urbaine propone paseos urbanos guiados por personas en inserción laboral, los llamados «exploradores urbanos». Estos recorridos, diseñados según la visión personal de los exploradores, ofrecen un descubrimiento auténtico y subjetivo de la ciudad, alejado de los tópicos turísticos habituales.

En Europa se ha desarrollado un programa similar, Migrantour. Este proyecto ofrece paseos guiados por inmigrantes, aportando una nueva perspectiva de los barrios obreros y fomentando el diálogo intercultural. A diferencia de las excursiones tradicionales, estas iniciativas no congelan la cultura en un pasado idealizado, sino que la presentan como una realidad viva y en constante evolución.

Hacia un Enfoque más Ético y Participativo

Ante los riesgos de folclorización y vitrificación, los agentes del turismo comunitario adoptan diversas estrategias:

  • Co-construcción con las comunidades locales: Algunos operadores turísticos, como los pertenecientes a ATES (Asociación para el Turismo Justo y Solidario) o la AITR (Asociación Italiana de Turismo Responsable), se aseguran de que la población local sea la verdadera responsable de lo que quiere compartir.
  • Valorización del patrimonio vivo: Más que congelar la cultura, algunas iniciativas pretenden poner de relieve su dimensión dinámica. Por ejemplo, la asociación Paysans du Monde apoya a los agricultores para que puedan compartir su vida cotidiana con los visitantes sin recurrir a escenificaciones artificiales.
  • Deconstrucción de estereotipos: Iniciativas como Alternative Urbaine y Migrantour demuestran que el turismo puede ser una herramienta de integración social y una palanca para cambiar percepciones.

Conclusión

El turismo comunitario y de comercio justo puede ser una herramienta de emancipación y valorización de las culturas locales, pero también corre el riesgo de contribuir a su folclorización y vitrificación. La clave reside en la implicación de las poblaciones locales, que deben ser las verdaderas protagonistas de la valorización de su patrimonio.

Lejos de ser una cuestión simple, es preciso profundizar en esta cuestión para que la búsqueda de autenticidad de los viajeros no prevalezca sobre la vitalidad cultural de las comunidades de acogida. Un enfoque más ético, participativo y dinámico parece ser la vía más prometedora para conciliar turismo y respeto de las identidades locales.